martes, 17 de marzo de 2009
XVIII. La Luna
con un vestido muy leve.
Había sol y corría un viento hermoso.
Yo llevaba un género rectangular entre las piernas.
Era rojo, y se alargaba varios metros más atrás;
de modo que acariciaba los peldaños
a medida que avanzaba(mos).
Llegando a lo más alto
extendía los brazos.
El viento agitaba mi pelo
y comenzaba a ejercer aún más presión
en el género rojo que salía entre mis piernas.
Entonces yo sonreía
sabiendo que este hijo
jamás iba a nacer.
domingo, 15 de marzo de 2009
(La creación literaria es un sueño)
La impronta femenina matriarcal ha teñido los versos teilleirianos y su biografía absorbe la ficción para posicionarse en un sitial de necesidad y apego.
Necesidad de nombrar, de definir(se), de evocar a partir de una imagen potente que luego se fusiona con el mismo motivo escritural resultante de la búsqueda.
La mujer: La poesía.
Imposible establecer los límites y las carencias, porque a partir del vacío, una da origen a la otra y viceversa.
Si no existiera la conciencia respecto a la fragilidad de los vínculos, la conexión no sería materializada, y ambos conceptos permanecerían como ejes independientes y separados.
Fundamentadas en la cotidianeidad, una y otra adoptarán cualidades similares insertas en un trasfondo de identificación y pertenencia. Sus cruces se sitúan en los dobleces de lo vivido como pretexto de la existencia y penetración en otro mundo a través de un legado emancipatorio.
A partir de este impulso, la poesía misma adquiere los atributos femeninos que enamoran al poeta, constituyendo una territorialidad que no debe ser modificada, por representar la noción virginal de expresión, pérdida y encuentro.
Lo poético -en tanto cartografía- contiene a su vez el lugar perdido y el mapa para encontrarlo. Son los versos -y la mujer- los que conducen al hablante a los lugares más vulnerables y significativos. Por eso, el bardo se apoderará de esos espacios como una manera de reivindicar la libertad interna que culmina en la escritura.
Tú no te enamoras de algo que no te pertenece. El ámbito poético surge como un producto azaroso que se muestra sin contaminaciones externas, exigiendo la entrega total de su ejecutor, aunque (paradójicamente) liberándolo por completo.
Infiel como el ala de los pájaros infieles
Tú siempre serás mía:
Los eucaliptus sangraban,
un caballo ciego fue a agonizar entre los rieles
porque no quería ver el fin de nuestro amor
mientras se marchitaban los dedales de oro
sembrados por un loco.
Tú siempre serás mía.
Infiel como el ala de los pájaros infieles.
(John Frusciante)
Ese hombre que es Lin Hwai Min...
la cursiva
el bambú
la nostalgia tribal
y el recuerdo de fotografías japonesas...
El agua nacarada incita al roce a fuego
Carolina: Los animales no estaban sonriendo
Tu ruedo sincero
formas que desconoces;
aunque logras describirlas tan cabalmente,
que me hundo mojada
en tus pestañas.
Mirabel
Un escote parecido a un apetito mayor
Ayer, en el taller
Después de divagar entre 5 "acontecimientos macabros" para el imaginario colectivo, finalmente elegí ésa. Y claro. Ninguna palabra, verbo, acento o adjetivación alcanzaba. Por cliché que parezca, hay momentos en que la realidad supera a la ficción. Eso, casi siempre.
De Rojo

viernes, 13 de marzo de 2009
Semántica
abiéndome acceso a la noche
minucioso sepulcro de tibio jirón
y una nube de carne
azotándome el pelo.
Lenguada (Sí. En femenino)
(Mi lengua cubriendo
completamente
tu espalda)
Tigre y León
cerca de un bosque
pero no en uno
porque la queríamos
soleada. No hablamos
con nadie y cuando tuvimos hijos
los escondimos
les compramos libros y les
enseñamos a leer
y a escribir nosotros mismos.
La casa queda junto
a un precipicio.
A la madrugada nos acercamos
y tiramos cosas, como botellas,
tazas, juguetes o lo que haya
por ahí y escuchamos
cómo suenan al estrellarse contra
las rocas.
Cuando volvemos
es más lindo
estar en la casa
sin hablar, sin nadie
que se caiga por el precipicio.
(Marina Mariasch)
Pez letrado
Como esperando abril
13: 17
Ocio
Aunque echo de menos el cabellito de gato
Antes lo pensaba como un crin de caballo
(en mi país, las artesanas moldean alitas de mariposas; pelos que tiñen con raíces de árboles)
No sabes lo magnífico que es
pensar en toda esa historia femenina encima
La urdiembre ajena nos surce la piel
justificando, a veces el sin sentido
y ya no somos más que un nacimiento amarillo
tenuemente dispuesto a un nuevo latir
Si la vida está llena de lugares comunes
quizás valga la pena sobreadjetivarla
(amo cuando te ponés barroca)
Entonces, las derivaciones de mi justificación
reposan en la manera del lector
de abrirse un espacio entre mis vocales
como esas luces prendiendo y apagando sueños silentes;
mujeres de sombrero.
Anoche yo estaba viajando
por campos de trigo que se encienden con el sol
(A veces nuestras huellas se sonrojan)
Yo vi pasar tres veces estrellas
como campos minados
de nuestros anteriores obituarios
Hay en el cielo un no sé qué
repitiendo dos consonantes y dos vocales
y este espacio me lo atribuyo
como si realmente pudiera latirme
el cuestionamiento sobre las formas.
Y si la lluvia fuera de caramelo
me encantaría
poder estar ahí
(Eso cantan las hembras voces
cuando sus niños no pueden dormir)
Hay mensajes cifrados
el resto, gratuitos silencios
que cubren la noche
como boca de lobo.
2: 54
jueves, 12 de marzo de 2009
Mar Adentro
* El fragmento que marqué entre paréntesis no figura como guión en la película dirigida por Alejandro Amenábar. Sin embargo, sentí prudente transcribir el texto completo.
La razón de por qué quiero tanto a Diego...

miércoles, 11 de marzo de 2009
Tarde de Buganvilias
Señor Pez:
- Qué lindo. Seremos peces...
- No; tú el Pez; yo la Anfibia
respetando siempre la taxonomía de los bordes. Ambos burlamos las limitaciones sucumbiendo gustosos a ínfulas de segundo grado.
Quizás ya no debería llamarlo "Señor Pez", porque los acuarios serán costumbres obsoletas. Cuando usted y yo desaparezcamos nuestras bocas en una lengua mutua, generaremos la pulpa para sobrevivir fuera del agua, dentro del cuerpo del otro como quien incinera el cadáver de un animalito muerto.
Es tanta la imposibilidad que en ocasiones me invento pieles ásperas para descubrir sus pigmentos en mi cuello. Todo. Las alas y el color violeta.
¿No sientes que de esta forma también te reconstruyo?
Lo último: volverme cuerpo es más fácil que llenar un ideal...
Es tarde. Cuando caminemos por Santiago trataré de leer el destino en las nervaduras de sus manos. Sin arrojarme a la experticia de la quiromancia podré avizorar un beso, una nostalgia, una anfibia cautiva en el inicio de su masculinidad.
Las uñas del viento
Villavicencio
Nimesulida
La cabeza me va a explotar
Bambú
Viceversa
Cúbreme
Yo soñaba que sus patas iban hinchándose, aromáticas por los bordes.
El resto me decía que no tenía intención de ser parte de mi lenguaje
y yo lentamente me hundía, con cangrejos cepillándome el cabello.
Alacranes bajo las axilas
la fiereza de una lengua terciopelo.
Caía la noche
al oeste de una madriguera anaranjada.
La noche era una masa que nos penetraba con su filo
Mirábamos entre las celosías. Poseíamos gestos que movilizaban la manada.
Bastaba con que uno acelerara el pulso para que los demás dilatáramos su pupila y le absorbiéramos el lagrimal.
El resto de las veces nos comunicábamos a pausas.
Al fin y al cabo, moríamos de sed la mayor parte del tiempo.
lunes, 9 de marzo de 2009
Xenopus Laevis
cautivos en el traqueteo de su torpeza
tan amables tan ambiguos taciturnos jadeantes de la pronunciación
y el vértigo cuyo matiz nos brota.
Sumamos al vaivén una espiga anterior coronada por un ápice de la buena esperanza.
Allí te hiciste carne y antojo para mis vísceras.
Procuré masticar hasta el último eslabón que te mantenía encadenado a la tierra y sonreíste
después de conocer
mi biografía de mantis religiosa.
La ventana ilumina el bosque
Tus cabellos rubios son ahora un claro de luna
que acoge a los gatos que dejan de ser vagabundos para reconocerte.
La ventana se cierra
Tus cabellos iluminan el bosque
Te quiero.
Intersección
Noctambulizado/a
dejar que el habla sea
cuerpo material y etéreo
dispuesto a asumir(se)
como un bosquejo improbable.
El filo de dos deseos
Todos los lugares donde (Exacerbación de las costumbres del deseo)
en la lluvia en la arena en la playa
en la madera sobre las sábanas bajo la carne
los dientes las manos el agua
tu pelo mi axila el frote
el beso la mordedura las piernas
el cuello la lengua la pausa
el vino las manos la espina
acostados tumbados de pie
en la terraza sobre el muro bajo la tinta
la llama el empeine los pliegues
tus ojos mis ojos la boca
en las cicatrices en las costras en los agujeros
mi nombre tu cuello nuestra inconsciencia
los libros el tejido la vorágine
en el sonido en la puerta en estas páginas
bajo tu ombligo sobre la noche
de día dormidos gastados
drogados sanos contentos
caminando asustados fotografiando
a la intemperie bajo la tristeza sobre tu pupila
en el azúcar en el café en la música
sobre tu ingle bajo la mímica
en el mutismo en el gemir bajo los párpados
encima debajo entre
la fortuna las monedas el sol
tu lóbulo el musgo la clavícula
esta síntesis los perros el infierno
las botellas las cucharas los lienzos
en el hambre en la premura en los bosquejos
en el auto sobre los árboles mis aromas
bajo el acuario sobre la sal
en la hechicería en los bordes las caricaturas
en tu herida en tu escapatoria y en mis entrañas.
IX
La sílaba el trazo la epopeya.
domingo, 8 de marzo de 2009
Una bici con canastica
se recuesta sobre el agua
como esperando
que ésta se tiña
color de té.
Abracadabra (Este texto es para ti)
Ojos Primitivos
Habitual
Encadenaba una a una las palabras como si jamás fuese a dolernos; como si por alguna extraña razón nos resultáramos útiles aún después de naufragar.
La distancia entre una y otra fue volviéndose débil como un cabellito de ángel
aunque tiernamente nos tocáramos
dentro y fuera
de nuestras matrices exiliadas.
Antes de cualquier otra acción
como quien sella
la lengua de un verbo;
el androceo de un pez.