martes, 17 de marzo de 2009

XVIII. La Luna

En mi sueño, subía Machu Picchu
con un vestido muy leve.

Había sol y corría un viento hermoso.

Yo llevaba un género rectangular entre las piernas.
Era rojo, y se alargaba varios metros más atrás;
de modo que acariciaba los peldaños
a medida que avanzaba(mos).

Llegando a lo más alto
extendía los brazos.
El viento agitaba mi pelo
y comenzaba a ejercer aún más presión
en el género rojo que salía entre mis piernas.

Entonces yo sonreía
sabiendo que este hijo
jamás iba a nacer.

domingo, 15 de marzo de 2009

(La creación literaria es un sueño)




La impronta femenina matriarcal ha teñido los versos teilleirianos y su biografía absorbe la ficción para posicionarse en un sitial de necesidad y apego.
Necesidad de nombrar, de definir(se), de evocar a partir de una imagen potente que luego se fusiona con el mismo motivo escritural resultante de la búsqueda.
La mujer: La poesía.
Imposible establecer los límites y las carencias, porque a partir del vacío, una da origen a la otra y viceversa.
Si no existiera la conciencia respecto a la fragilidad de los vínculos, la conexión no sería materializada, y ambos conceptos permanecerían como ejes independientes y separados.
Fundamentadas en la cotidianeidad, una y otra adoptarán cualidades similares insertas en un trasfondo de identificación y pertenencia. Sus cruces se sitúan en los dobleces de lo vivido como pretexto de la existencia y penetración en otro mundo a través de un legado emancipatorio.
A partir de este impulso, la poesía misma adquiere los atributos femeninos que enamoran al poeta, constituyendo una territorialidad que no debe ser modificada, por representar la noción virginal de expresión, pérdida y encuentro.
Lo poético -en tanto cartografía- contiene a su vez el lugar perdido y el mapa para encontrarlo. Son los versos -y la mujer- los que conducen al hablante a los lugares más vulnerables y significativos. Por eso, el bardo se apoderará de esos espacios como una manera de reivindicar la libertad interna que culmina en la escritura.
Tú no te enamoras de algo que no te pertenece. El ámbito poético surge como un producto azaroso que se muestra sin contaminaciones externas, exigiendo la entrega total de su ejecutor, aunque (paradójicamente) liberándolo por completo.


Infiel como el ala de los pájaros infieles
Tú siempre serás mía:
Los eucaliptus sangraban,
un caballo ciego fue a agonizar entre los rieles
porque no quería ver el fin de nuestro amor
mientras se marchitaban los dedales de oro
sembrados por un loco.
Tú siempre serás mía.
Infiel como el ala de los pájaros infieles.

.

Que no haya gangrena

Si existe ternura.

Insurgencia


Mi matriz es un silencio
ahuecado por tu diáspora.

Noviembre

Vacío es cuando
-aún en compañía de otro-
su roce no te asesina
como el de los sicarios.

(John Frusciante)

Nada
son cuatro letras fugitivas
empalmadas en la efusividad de un cuerpo
que amanece y trasnocha
con la novedad de su imposible.

Milagro o caótica incertidumbre

Me estremecen
las pantuflas rotas
del niño que llora
bajo el sol.

Azúcar

Y si abres las manos
escapa el clamor
de una página en blanco
arrugada por un humilde silencio.

Coral

No tengo besos;
sólo brazos
y ropa mojada
secándose al sol.

Ese hombre que es Lin Hwai Min...

Con su poético fulgor y la nieve
la cursiva
el bambú
la nostalgia tribal
y el recuerdo de fotografías japonesas...


El agua nacarada incita al roce a fuego

(Fragmento)


Cuando los gatos se lengüetean las patas, ese tibio cosquilleo hace tiritar involuntariamente los párpados, porque si de vez en cuando las pupilas se dilatan, se cierra gran parte de la intemperie que cubre las sombras danzantes entre una esquina y otra de los corazones penetrados por un celofán. No obstante, los felpudos felinos no han visto a los peces de colores cuyas branquias se cierran para no ahogarse en ese mar dorado que es la sangre; y resbalan entre ellos y luchan escama contra escama superponiéndose secreta asperidad -si es que la palabra existe- como el roce y la fisura carcomida en el nadar.

Carolina: Los animales no estaban sonriendo


(...)

Todo en Carolina era una fotografía parchada, recortada, adornada por brillitos, por lápiz violeta, por flores olvidadas, por reinscripciones y formas. El lenguaje de Carolina Vega es el protagonista de sus textos. Cómo dice, cómo nombra, cómo ejercita la palabra desde la fuerza radical del verso: Es ese maldito cariño el que cierra la boca llena de llagas para no mascullar el malogrado cuerpo prestado.

Conocimos a Carolina llena de magia, colores y sueños. Los traía cada tarde al taller, en miles de bolsitas distintas; en miles de cajas y formas.

Carolina leía y enmudecía a todos. Su tono, su ejecución vocal, su musicalidad anunciaba el corpus poético. Los sujetos que instalaba el habla, los peces y gatos que nadan en su texto, y el ejercicio de escribir como posibilidad y enunciado. Por eso se dice que duele; aunque los peces y los gatos jamás puedan comprenderlo.

(...)

___________________________________________________
*Éste es un fragmento del prólogo que Diego escribió para "Marcas de Dientes", la primera antología en que publiqué, junto a mis compañeros del taller El Baile de los Niños, a principios del año 2007.
De un tiempo a esta parte he andado nostalgiada; desentrañando secretos a voces de aquéllos que configuran no sólo un habla, sino la manera en que cada uno habita el mundo y se apodera de él.
Marcas de Dientes contiene los atisbos iniciales. Recuerdo nuestras primeras clases en Tenderini 85 y el pavor que nos producía no sólo enfrentarnos a la página en blanco, sino también ejercer una intemperie frente a los demás.
Para mí, las lecturas en público continúan representando instancias bastante siniestras. La poesía debería leerse en voz baja y quedar palpitando suave en algún lugar que posteriormente la olvide. Sino, ¿cómo? ¿De qué forma acceder al descubrimiento que proclama un tesoro visto por primera vez?

Eucalipto

Será tan suave
la fiereza
de tus





Árboles Sublinguales...

Tu ruedo sincero

El agua adopta en mí
formas que desconoces;
aunque logras describirlas tan cabalmente,
que me hundo mojada
en tus pestañas.

Osito Bello

¿Será que todos los domingos cumplirás semanas viva y semanas muerta?

Mirabel

Es que mi Mago recitará de memoria a la Pizarnik y de vez en cuando traerá a mi Roscala, para preguntarle si está bien y guardar su aroma bajo mi almohada...

Un escote parecido a un apetito mayor

En mi patria hubo un niño sucio y abandonado Recogido por mi madre Pero al tomarlo en brazos Se le caen los ojos y su suciedad es horrenda Pero ella insiste Aunque todos desean a ese niño Ese hijo que no sale de mí Sale del ojo del mundo y todos lo quieren menos yo Que no soporto verlo Sólo recojo sus ojos y los guardo en mi bolsillo


(Marcela Saldaño. Fragmento de Un Ojo llamado Cacería)

Escualo

Mi vida:

¿Tú compartirías este acuario
con dos ó tres
animalitos más?

Carnicería Punk


Ayer, en el taller

Diego dijo que tendríamos una clase que superaría a la literatura. "Si se fijan, hay hechos que dejan grande la página en blanco... ¿Qué se dice, qué se hace frente a eso? Son verdaderas tragedias griegas frente a las cuales quedas helado..."

Recordamos a Hans Pozo y el alto contenido político - social que engloba su caso. Porque Hans Pozo no es sólo ese chico de clase baja cuyos restos fueron esparcidos por toda la periferia capitalina. Hans Pozo es la historia del heladero (padre/ asesino/ suicida/amante), los desaparecidos, la marginalidad, la discriminación, la ausencia y nuestros preconceptos.

A mí siempre me llamó la atención aquella noticia de la madre que se ensañó con sus hijos en venganza por la supuesta falta de amor del marido, y lo comenté sin saber que era una de las opciones a tener en cuenta para la escritura.

Después de divagar entre 5 "acontecimientos macabros" para el imaginario colectivo, finalmente elegí ésa. Y claro. Ninguna palabra, verbo, acento o adjetivación alcanzaba. Por cliché que parezca, hay momentos en que la realidad supera a la ficción. Eso, casi siempre.

¿Qué haces? ¿Cuál es el habla que el texto debe adoptar? Lo único que se me ocurrió fue decir a través del hijo mayor; el sobreviviente, aquejado de amnesia temporal y atrofias del lenguaje.

Una de las aristas más hermosas y terribles de la violencia doméstica es el amor con que la víctima enfrenta al victimario. No importa que el marido golpee a la mujer. Ella lo ama incondicionalmente y jamás va a separarse de él. En caso de producirse la ruptura, lo más seguro es que se auto responsabilice por no responder a los requerimientos de su agresor.

Después de presentar nuestros textos, conversamos sobre los libros autoriales y una acción de arte llamada "Padre" que haremos no recuerdo cuándo, en lugares que evoquen profundamente lo masculino.

Hace unos días, Diego me envió un mail donde me proponía coser "Arcada". Su idea sólo vino a reafirmar algo que venía pensando:
Un hilo rojo que transversalice el cuerpo, el habla, el texto.
Hilo rojo de lo femenino la menstruación la sangre el parto.
Hilo rojo de la urdiembre narrativa y tribal.
Hilo rojo para el mapa chilensis; urdido por voces violentas y seudo felices.
Hilo rojo en el esbozo de una identidad; retazos de crónica roja.

De Rojo


Madre de hermanos Rojo será formalizada por parricidio y parricidio frustrado
Jeanette Hernández fue detenida anoche. Tras ser interrogada, la mujer no reconoce su participación en el homicidio. Fuente: latercera.com. 22/01/2009.

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Según versiones extraoficiales, los resultados de los análisis arrojaron una esquizofrenia leve, así como el Síndrome de Medea. Según especialistas, esta enfermedad mental se basa en el deseo de venganza de uno de los padres de familia por la ruptura de la pareja o el abandono por parte de uno de sus integrantes. Para quienes padecen este mal, los hijos son sólo una extensión de la pareja, por lo que para terminar este vínculo uno de los progenitores opta por destruir esa relación, asesinando a sus hijos.

Si a usted le dolía, era cosa de cambiarnos el apellido, mamita. Ceder el Rojo y quedarnos con el Hernández.

Si él la engañaba, si él no quería acostarse con usted, podríamos haber conversado sin necesidad de que nos dijera la verdad. En todo caso, no seríamos ni los primeros ni los últimos del barrio en irnos a vivir con usted y nuestros abuelos.

Bastaba con que llorara. Nosotros hubiésemos terminado cediendo, porque su bienestar estaba en juego y ni mi hermano ni yo queríamos verla sufrir.

A fin de cuentas, con o sin él estábamos marcados, en esa casa chiquita -decorada con esfuerzo- para escondernos todos los días cuando usted llegaba; y mirar al Padre con esos ojos de animal cautivo que sabe que lo van a morir.

Pese a eso, la queríamos tanto.

Imagínese que seguíamos amándola cuando usted amenazaba con matarse y él le gritaba que no, y entre todos teníamos que quitarle los cuchillos, las pastillas o las sábanas con que simulaba ahorcarse.

Usted inscribió nuestro apellido en la primera plana de la crónica roja, como reiteración a una enferminza conveniencia. Su morbo, mamita, su morbo y el de todos los que nos leyeron pensando "pobrecitos" mientras imaginaban los lugares precisos de sus cortes.

Suena lindo, mamá. Quizás siendo Hernández no hubiese rimado tanto. Pero eso no se lo voy a decir porque a usted siempre la puso triste nuestro Rojo en masculino. A lo mejor por eso se ensañó. ¿Sabe lo que me da pena? Que siendo peluquera debería habernos cortado el pelo para irnos bien machitos a inaugurar las páginas de nuestra crónica roja. Así, bonitos. Como a usted le gustaba. ¿Se acuerda cuando nos decía que estaba orgullosa?

Qué culpa teníamos nosotros, mamá; qué culpa, si la queríamos tanto.

Usted deseaba colorearnos en femenino como si fuera a parirnos por segunda vez.

Parricidio. Como perros, mamita. Como perros. Hilachitas de carne colgando y el resto preguntándose cómo es posible que sucedan estas cosas, si para las madres los hijos son fundamentales.

Usted se llama Jeanette Hernández y ni siquiera se quedó para vernos morir.

Quién diría que sus golpes conmigo no serían certeros y yo quedaría vivo para mirarla; para hacerle saber que la vida es también una renuncia; y que hasta el día de hoy añoro meterme entre sus piernas para volver a nacer; para que me golpee de nuevo con el martillo de nuestro Padre, con su apellido y su profusa ausencia.

Volvería a nacer todos los días, mamita, para recordarle que usted se ensañó y que pierdo la memoria por su culpa.

viernes, 13 de marzo de 2009

Siempre viva

No era nocturna, pero sí longeva.

Semántica

Porque unto mi lengua en tu paladar
abiéndome acceso a la noche
minucioso sepulcro de tibio jirón
y una nube de carne
azotándome el pelo.

Caro, ¿te llegaron los conejos?

No sólo los conejos; amiga, sino también Abril y la honestidad de tu pulso.
Gracias, de nuevo.
Tú sabes que jamás me canso de decirlo.
(Estas fotos son tuyas. Las tomé especialmente hoy)

Diptongo

Amanece sobre Santiago

(Y tus alas aún más blancas)

Hiato

Santiago es ciego.

Ni siquiera el sol me reconoce.

Identidad nacional

Él dice:

"Me niego a alimentar a mis hijos
porque sus madres
están muertas".

No me canso de buscar(te) en los tejados


Lenguada (Sí. En femenino)

Escribir a horcajadas sobre ti


(Mi lengua cubriendo
completamente
tu espalda)

Tigre y León

Hicimos una casa
cerca de un bosque
pero no en uno
porque la queríamos
soleada. No hablamos
con nadie y cuando tuvimos hijos
los escondimos
les compramos libros y les
enseñamos a leer
y a escribir nosotros mismos.
La casa queda junto
a un precipicio.
A la madrugada nos acercamos
y tiramos cosas, como botellas,
tazas, juguetes o lo que haya
por ahí y escuchamos
cómo suenan al estrellarse contra
las rocas.
Cuando volvemos
es más lindo
estar en la casa
sin hablar, sin nadie
que se caiga por el precipicio.

(Marina Mariasch)

Pez letrado

No sé si recuerdas, pero hubo un tiempo que me llamabas Señorita ataque homicida de celos.
Y claro.
Yo además de celarte, te hablaba de la lúcuma, del agua de canela, de los duendes y tú respondías pues yastá...

Camino a Finlandia

Abrimos aquella columna de fuego
y de pronto, sinuosa,
la princesa sonrió.

Como esperando abril

Mucho más
allá de mi ventana
algodones jugaban
a ser un jardín
en espera de abril.

(...)

Mucho más
allá de mi ventana
las nubes de la mañana
son una flor
que le ha nacido a un tren.

_________________________________________________
* Silvio y tú abrieron las compuertas
renovando mi ansiedad.
(Estoy en deuda
no sé si con él
o contigo)

Orgánico

A veces
perdemos en hablar
lo que ganaríamos
al guardar silencio.

Presencia / Ausencia


Al menos sé que huyo porque amo.

13: 17

Más allá del bien y del mal
tú y yo tal para cual
disueltos en el jardín
riendo para no llorar.
(Chinoy)

Premonición

Yo también tengo un Mago





aunque
p
e
r
d
i
d
o





en años luz.

Traslación

No importa el nombre.
Lo importante es hacer que llueva.

Recoveco de castaños


El humor / la poesía / la grieta

hambre / hembra

Acentuada en su cúspide
de musa infartada.

Ocio

(Yo vine a escribir aquí)
Aunque echo de menos el cabellito de gato
Antes lo pensaba como un crin de caballo
(en mi país, las artesanas moldean alitas de mariposas; pelos que tiñen con raíces de árboles)
No sabes lo magnífico que es
pensar en toda esa historia femenina encima

La urdiembre ajena nos surce la piel
justificando, a veces el sin sentido
y ya no somos más que un nacimiento amarillo
tenuemente dispuesto a un nuevo latir

Si la vida está llena de lugares comunes
quizás valga la pena sobreadjetivarla
(amo cuando te ponés barroca)

Entonces, las derivaciones de mi justificación
reposan en la manera del lector
de abrirse un espacio entre mis vocales
como esas luces prendiendo y apagando sueños silentes;
mujeres de sombrero.

Anoche yo estaba viajando
por campos de trigo que se encienden con el sol
(A veces nuestras huellas se sonrojan)

Yo vi pasar tres veces estrellas
como campos minados
de nuestros anteriores obituarios

Hay en el cielo un no sé qué
repitiendo dos consonantes y dos vocales
y este espacio me lo atribuyo
como si realmente pudiera latirme
el cuestionamiento sobre las formas.

Y si la lluvia fuera de caramelo
me encantaría
poder estar ahí

(Eso cantan las hembras voces
cuando sus niños no pueden dormir)

Hay mensajes cifrados
el resto, gratuitos silencios
que cubren la noche
como boca de lobo.

Abrazo intermarítimo


2: 54

- ¿Cómo estás?
- Mejor, supongo. A esta hora ya nadie se pone triste. Debe ser porque toda la gente duerme, o en su defecto hacen el amor. ¿Has visto a alguien llorar antes, durante o después de hacerlo?
- No, jamás
- Yo sí, pero fue hace mucho tiempo, y es de las cosas que es preciso olvidar, para reír de nuevo cuando suceda...

Fitoterapia

Amanece
-como perpetuada-
una sombra,
otra sombra.

jueves, 12 de marzo de 2009

Mar Adentro

Mar adentro
Mar adentro
y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.

(Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno,
y en una metamorfosis
mi cuerpo ya no es mi cuerpo
es como penetrar el centro del universo

El abrazo más pueril
y el más puro de los besos,
hasta vernos reducidos
en un único deseo)

Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo
sin palabras
más adentro
más adentro
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.

Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos.

(Ramón San Pedro)


* El fragmento que marqué entre paréntesis no figura como guión en la película dirigida por Alejandro Amenábar. Sin embargo, sentí prudente transcribir el texto completo.

Ultimátum

Nosotras, las bocas

Las locas del barrio

Cansadas de decir.

Hebilla seca

Gatos que miran y anochecen
cantando secretos
reencarnados.

Tercera estrofa

La noche blanca dice sí.

Se llama Ximena y siempre recuerda esta foto de 1983

- Si me escribieras una carta, ¿qué me dirías?
- Pero Carolina, eres tú la que escribe...
- Ay, mamá... Pero estamos jugando...
- Yo creo que te escribiría sólo dos cosas...
- ...
- Que te amo y que me perdones.

Dulzor austral

Allí
el pausado vértigo del oleaje
transmutaba en mantra
y deshacíamos
los nudos

Elocuencia

Si quieres una carta de navegación
podemos atribuírnos
la cartografía
de los cuerpos.

La razón de por qué quiero tanto a Diego...


Qué lindo lo que escribes. Gracias por entender; gracias por conocer tanto.

Hola !! Al fin regresas. Ya estás acá; con colores, con sonrisas. Te echaba de menos en esta sala...

Pensé que no volvería a ver esta libretita mágica. Qué bueno que estás, que ya va todo mejor, que intentas armar todo de nuevo. Sabemos que es difícil, pero tú demostraste ser una chica muy fuerte detrás de esa niñita que corre por todo el ARCIS inventando historias, mirando niñitos lindos.

Qué bueno todo esto. Qué bueno tú, qué bueno este regreso...

Tu viaje Lucybell fue muy largo, difícil, muy heavy, pero quizás era necesario. Ahora ya estás más grande. Ahora podrás hacer todo de otra forma.

Niña Kitty: Usted debe cuidarse y sonreír despacito para que su novio mágico pueda dibujarle corazones en sus manos.

Me gusta ser tu amiguito.

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*A mí la muerte me la tatuaron a ambos costados del cuerpo.
Venía de noche, venía de día
y se quedaba quieta,
pegada en mi espalda como una calcomanía carente de amor.
A veces llegué a pensar que la muerte estaba enamorada de mí,
y cuando venía a verme incluso se perfumaba...

Éstos son fragmentos de un año que borré; en una universidad que Diego y yo amábamos y odiábamos tanto. Éramos insoportables pero hermosos.
Nos reíamos de todo: Nuestros docentes, nuestros compañeros, nuestros viajes insalubres...
El día que me escribió este texto en una libreta especialmente diseñada para sostener nuestras "conversas", me sentía como mariposa en un insectario. Nadie sabía cómo mirarme. Yo sólo cruzaba los dedos para que no sintieran lástima de mí. A fin de cuentas, todos éramos sobrevivientes.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Carcajadas en mitad de la espalda

(O pelusas al borde de tu habitación)

Tarde de Buganvilias

Tarde de Buganvilias. Hojeamos un álbum
como el viento hojea las encinas del parque.
Y aparece una niña que va hacia la glorieta
vestida como estampa haciendo rodar un aro.

Y tú no estás aquí ni en la destilería
donde ya nunca más gruñirán los toneles.
(Tú no sabes que aquí un día se jugó al diábolo
y relucía ufano el tren de trocha angosta)

La luna está en Creciente. Otros irán a Marte.
Seremos pasajeros de un navío fantasma.
Un perro ciego viene a lamer tu mano.
Rieles, destilería, tarde de Buganvilias.


(Jorge Teillier)

Señor Pez:


Es cierto que detuve el Carrusel, porque una siempre debe saber cuándo cerrar la página, dejar el lápiz, decir adiós con la boca o los dedos; aunque a veces quede un punto y coma pendiente.

Nosotros nos alejamos siguiendo otros cauces. Usted me decía hay gente que no quiere que la encuentren y yo continuaba deseándolo para que de noche me desvistiera las palabras.

Espero que te guste ir encima. Y abajo y al costado, porque son diversas las formas de acentuarse los cuerpos. Usted se me resbala por la ingle y yo cedo; con una mordedura al costado de su grieta, su agujero, su imperceptible modo de encadenar los verbos y situarse siempre más allá de mí.

- Qué lindo. Seremos peces...
- No; tú el Pez; yo la Anfibia
respetando siempre la taxonomía de los bordes. Ambos burlamos las limitaciones sucumbiendo gustosos a ínfulas de segundo grado.

No. No me interesa que comprenda porque las palabras son también limitaciones ante la destreza física. Ya verá de lo que somos capaces cuando debamos encaramarnos sobre los hilos de los trapecios. Allí, figuras y formas quedarán resquebrajadas como pausas en el amuleto de un brujo. Usted verá mi silueta elongada tan dispuesta a rodear sus huesos, que nadará para enhebrarme una espiga ornamental.

Quizás ya no debería llamarlo "Señor Pez", porque los acuarios serán costumbres obsoletas. Cuando usted y yo desaparezcamos nuestras bocas en una lengua mutua, generaremos la pulpa para sobrevivir fuera del agua, dentro del cuerpo del otro como quien incinera el cadáver de un animalito muerto.

Si le digo todo esto es porque hoy no alcanzamos a conversar. Usted me contó de la grabación y del ensayo; y yo le respondí que mi amiga estaba aproblemada y que su lejanía me angustiaba demasiado.

Es tanta la imposibilidad que en ocasiones me invento pieles ásperas para descubrir sus pigmentos en mi cuello. Todo. Las alas y el color violeta.

¿Recuerdas, Mago, la noche que soñaste aquél triciclo? Yo anduve todos esos días pensando en uno; mirándome a mí entre mis juguetes de niña; pensando en ti como un amigo imaginario que me hilvanaba una despedida en medio de la frente.

Como verás, a veces tijereteo tus palabras y las unto en saliva por si te reproducen cuando las nombro. Mi paladar se ha acostumbrado a tus "OK" y más de alguna vez he masticado madera, papel, cabellos de gato y cuerpecitos de caracol.

¿No sientes que de esta forma también te reconstruyo?

Lo último: volverme cuerpo es más fácil que llenar un ideal...

Es tarde. Cuando caminemos por Santiago trataré de leer el destino en las nervaduras de sus manos. Sin arrojarme a la experticia de la quiromancia podré avizorar un beso, una nostalgia, una anfibia cautiva en el inicio de su masculinidad.

Pulsaremos en la inquietud del hartazgo. Miraremos pasar nuestras biografías y yo te diré que esta ciudad enferma; pero que de todos modos nunca es tarde para inventar una lluvia.

Subalpino

Y quedarme allí; en los bosques de tu aguacero...

Tarot de Marsella

Crearte a imagen y semejanza
como destello;
fisura improbable.

Las uñas del viento

El cuerpo la simbiosis las luces las estructuras
y todo lo demás:
el resto de las cosas.

Villavicencio

Cuando caminemos por Santiago voy a besarte el cuello y a mirarte con cara de súbita premonición.

Nimesulida


Estoy enferma de poesía
La poesía vuelve enfermas y hermosas a las personas.

Estoy enferma de gripe
de silencios
de cuerpos que naufragan
de voces que giran alrededor de los muertos
de femeninos y masculinos que ceden un espacio
de perros que vienen y se van

Estoy enferma de mis amigos imaginarios
de las celebraciones
de las noches
en que si no es ron
es marihuana
o sexo
o carencia de todo aquello
y eso me enferma aún más.

Pero no;
no es tan grave.

Nadie ha muerto de poesía o quizás sí:
Rimbaud
y la Pizarnik
aunque ellos se atrevieron a mirar por el agujero
y la noche prometió inseminarlos con su látigo.

Estoy enferma de palabras
de amores platónicos
de sesgos
de fotografías que aumentan mi bronquitis

Mido acaso un metro y medio
y bebo té verde
no sé si para perder peso
o para comunicarme telepáticamente con un mago
que en Alaska o Gibraltar le agrega cascaritas de naranja
a un brebaje idéntico al mío

Él pone sus labios
en el mismo sitio que yo en la taza
y levemente me apoya su lengua
creyendo que choca con la porcelana

Estoy enferma
La cabeza me va a explotar
tengo el cuerpecito de lana
como esos muñecos que se burlan del trapecio

Anoche leí un poco de la Pizarnik imaginándola por calles donde me llevaba de la mano

¿Ves que todo es una mitología inerte
condenada a sobrevivir en los muros de los cuerpos?

A veces son lomos de gatos
o lexemas acompasados en sus estrofas

Creo que iré a dormir
sin embargo me limito a toser y a buscar al conejito
que se muerde las uñas.

Bambú

Tus genitales hinchados/ Tu cuerpito de mago insalubre/ esa mirada de calavera encendida/ y sin embargo
Noche a noche vigilo/ tu maldición de animal marchito/ porque tu piel es un alambre de púas que me insemina desde la vulva hasta la garganta
Yo tenía entendido/ que tu cartografía corporal/ sería un deleite de pelos sedosos no obstante
Enredé mis yemas en tus agujas pilosas y ardiste/ como si mis uñas prendieran fuego/ y tus pestañas debieran huír
Cada movimiento con que regurgitas tu (in)fertilidad/ me recuerda/ que en esta habitación/ los traumas vagan en pena/ cobrando sus deudas/ a los sobrevivientes.
A estas alturas de la noche/ debería escribir un poema sobre las agujas/ y coserte los dedos o los labios/ Aún así
le tengo fanatismo al miedo/ y a los oscuros círculos/ que trazas sobre mi espalda.
Yo no sé/ si tus cadáveres son una advertencia o un llamado/ o simplemente quieren/ ser esbozos de algo que todavía conocemos.
Se debe siempre/ comentar el recuerdo de los sueños/ y asegurarse un espacio/ entre las piernas del destino
Como tú y yo/ que nos aferramos a la vorágine del abandono/ y le ponemos alas/ a estas sesiones/ de espiritismo.

Viceversa


Anoche soñé con un tipo melenudo que tocaba el acordeón
y amanecí con sangre
chorreando por la almohada.







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* Fragmentos de la noche diaria.

Cúbreme

Era un lugar apropiado para el destello del Fauno.
Yo soñaba que sus patas iban hinchándose, aromáticas por los bordes.

El resto me decía que no tenía intención de ser parte de mi lenguaje
y yo lentamente me hundía, con cangrejos cepillándome el cabello.

Alacranes bajo las axilas
la fiereza de una lengua terciopelo.

Caía la noche
al oeste de una madriguera anaranjada.

Sanguinaria

Dolernos el cuerpo las sílabas los versos

La noche era una masa que nos penetraba con su filo

Vivíamos amordazados, temblorosos y atentos a cada detalle con que las estrellas nos cepillaban las vértebras.
Mirábamos entre las celosías. Poseíamos gestos que movilizaban la manada.
Bastaba con que uno acelerara el pulso para que los demás dilatáramos su pupila y le absorbiéramos el lagrimal.
El resto de las veces nos comunicábamos a pausas.
Al fin y al cabo, moríamos de sed la mayor parte del tiempo.

lunes, 9 de marzo de 2009

Xenopus Laevis

Porque antes de soñarte recreé todo un quehacer de cuerpos almidonados que disfrutan
cautivos en el traqueteo de su torpeza
tan amables tan ambiguos taciturnos jadeantes de la pronunciación
y el vértigo cuyo matiz nos brota.

Sumamos al vaivén una espiga anterior coronada por un ápice de la buena esperanza.
Allí te hiciste carne y antojo para mis vísceras.

Procuré masticar hasta el último eslabón que te mantenía encadenado a la tierra y sonreíste
después de conocer
mi biografía de mantis religiosa.

La ventana ilumina el bosque

La ventana ilumina el bosque
Tus cabellos rubios son ahora un claro de luna
que acoge a los gatos que dejan de ser vagabundos para reconocerte.

La ventana se cierra
Tus cabellos iluminan el bosque
Te quiero.


(Jorge Teillier)

Anís

Bajo tierra es un Nunca jamás sorbido a gritos por el violeta de su llaga.

Tríada

Aquí no hay cuerpos
que justifiquen esta sed.

Medusa lingual


Una letra se suelta el cabello

cuando algún interlocutor no ha oído

lo que ha venido a decirle.

Precariedad del roce

Saberte nunca más
arañada por un bosque
genuflexo.

.

BANDADAS DE PÁJAROS
Sobrevuelan
un
C
R
U
C
I
G
R
A
M
A

Carta Astral

A veces
te siento respirar
y me basta
para comprender
que la tierra es esponjada
allí en su centro.

Musicoterapia

Verte
murmurando sonreír

Y esta bruma azotando
brevemente
tus párpados.

Remecer(me)

Con tu ternura de animalito deforme.

Musaraña imprescindible



Tu mortalidad

en la mano derecha

de mi vida.

Intersección

- Amiga, hay un concepto que quiero compartir contigo.
- ¿Cuál?
- Isoglosa
- ¿? Dios; jamás la escuché...
- Jeje... Yo acabo de recordarla. Se usa en lingüística para determinar aquella línea imaginaria que abarca los actos lingüísticos comunes entre los individuos; ya sea histórica, espacial o temporalmente. Por ejemplo, nosotras tenemos isoglosas comunes para comunicarnos y los amantes también las tienen.
- Comprendo. Son los códigos que remiten a una cofradía especial entre los individuos.
- En este caso, siiiiii. Pero en sentido amplio, sirve para expresar cualquier lengua compartida.
- Claro que sí. Dá para un texto, bella. Pensaré en ello.
- Sí. Por eso quise compartirlo contigo. El lenguaje es definitivamente maravilloso.
- Por supuesto que sí. El lenguaje abre y cierra puertas. Crea y recrea exilios en torno a la nomadía de los cuerpos...
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* Isoglosa: (de -isos, y el gr. glossa, lengua) adj. Se dice de la línea imaginaria que en un mapa lingüístico señala los límites de una determinada peculiaridad fonética, gramatical o léxica. También s. f.

Alternancia

Enjugar el verbo como saliva
de caracol.

Noctambulizado/a

Entonces
dejar que el habla sea
cuerpo material y etéreo
dispuesto a asumir(se)
como un bosquejo improbable.

El filo de dos deseos

Con ternura y violencia sentí que entraba su lengua, su alma dentro de mí.
(Sonia Montecino)

Todos los lugares donde (Exacerbación de las costumbres del deseo)


En París somos como hongos, crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después frie huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos y habla como Horacio y Gregorovoius y Gong y yo, Rocamadour, y como Perico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah, no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas.

(Julio Cortázar. Rayuela)




En la muerte en la traslación en el deseo
en la lluvia en la arena en la playa
en la madera sobre las sábanas bajo la carne
los dientes las manos el agua
tu pelo mi axila el frote
el beso la mordedura las piernas
el cuello la lengua la pausa
el vino las manos la espina
acostados tumbados de pie
en la terraza sobre el muro bajo la tinta
la llama el empeine los pliegues
tus ojos mis ojos la boca
en las cicatrices en las costras en los agujeros
mi nombre tu cuello nuestra inconsciencia
los libros el tejido la vorágine
en el sonido en la puerta en estas páginas
bajo tu ombligo sobre la noche
de día dormidos gastados
drogados sanos contentos
caminando asustados fotografiando
a la intemperie bajo la tristeza sobre tu pupila
en el azúcar en el café en la música
sobre tu ingle bajo la mímica
en el mutismo en el gemir bajo los párpados
encima debajo entre
la fortuna las monedas el sol
tu lóbulo el musgo la clavícula
esta síntesis los perros el infierno
las botellas las cucharas los lienzos
en el hambre en la premura en los bosquejos
en el auto sobre los árboles mis aromas
bajo el acuario sobre la sal
en la hechicería en los bordes las caricaturas
en tu herida en tu escapatoria y en mis entrañas.

X

El cuerpo es el prólogo de un texto.


Yo sé del infierno esta noche.

IX

La leche una hoja la carne una hoja el deseo una hoja la pierna una hoja el derrame una hoja el desborde una hoja la fiesta una hoja la mordedura una hoja
Una hoja el desborde del cuerpo del texto del deseo del elixir

La sílaba el trazo la epopeya.

VIII

El cuerpo es un epílogo del texto.

VII

Cuando nieva.

Cuando hundes tu lengua y sangra.

VI

El cuerpo es el prólogo de un texto.

V

Yo sé del infierno esta noche.

IV

Enhebrar un acento


con los labios
un himen de virgen.

III

Cantaba una carne
simulando modismos.

II

Yo sé del inferno esta noche.

domingo, 8 de marzo de 2009

I

Dejar que la palabra sea
una pluma;
el tatuaje en la pupila
de un lobo.

Uno que otro despertar solemne


Palatino

(Relativo al paladar o a tus espejos)

Una bici con canastica

Él dice:

un árbol
se recuesta sobre el agua
como esperando
que ésta se tiña
color de té.

Abracadabra (Este texto es para ti)



Entonces llegué

partida en dos

y tú me dijiste

que toda nostalgia

entontraría un anverso.


Así me entregué

al temblor de las hadas

y cedí;

con toda esa agua

chorreando por los costados.

Yerbatero

.
(TU CUERPECITO DE ESPINAS ME DEBE UNA TREGUA)
.

Levadura

Leudar
el cuerpo
la masa
el texto

(Un otro se abre
como sol insatisfecho)

Ojos Primitivos


El color infernal de algunas pasiones, una antigua ternura. Los faltos de algo, de todo, al sol negro de sus deseos elementales, excesivos, no cumplidos.
Alguien canta una canción del color del nacimiento: por el estribillo pasa la loca con su corona plateada. Le arrojan piedras. Yo no miro nunca el interior de los cantos. Siempre, en el fondo, hay una reina muerta.
(Alejandra Pizarnik)

Habitual

Ella me decía, siempre señalando algún pliegue; una metamorfosis, una exacerbación en el tono de conversa.

Encadenaba una a una las palabras como si jamás fuese a dolernos; como si por alguna extraña razón nos resultáramos útiles aún después de naufragar.

La distancia entre una y otra fue volviéndose débil como un cabellito de ángel
aunque tiernamente nos tocáramos
dentro y fuera
de nuestras matrices exiliadas.

Antes de cualquier otra acción

Abrir la hoja
como quien sella
la lengua de un verbo;
el androceo de un pez.