martes, 13 de octubre de 2009

La boca de los músicos


Los músicos portan en su morfología un rictus facial inherente que asume el vértigo de la improvisación al momento de ejecutar(se) sobre el escenario. Esa cosquilla hecha lumbre escapa al dominio consciente. La cantidad de movimientos involuntarios surge por una destreza focalizada más allá de sus ángulos de alcance. El fenómeno es experimentado por un público más o menos presente desde el fervor de la representación. Lo más maravilloso de todo es que la contracción bucal trasciende los espacios de lejanía, invitando a ser parte de su deslinde. Hoy por hoy existen labios asiduos al verbo, a la esquina borrada de los deseos, al rechazo que supone la abulia, el momento de ocio, la inmediatez de la lengua (¿estática o no?) bajo el paladar. Sea como fuere, los músicos portan en su morfología un rictus facial inherente, cosido y trazado con agujas de sangre y de sal.

No hay comentarios: