El niño del box 163 grita desesperadamente
por el dolor de su fémur quebrado.
Llama a la madre
la busca insistentemente.
Se niega a ser inyectado.
Patalea.
Su pierna es un colgajo de cueros
y sangres umbilicales.
La madre lo mira y palidece
como en un segundo parto.
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