Soñé que era otoño y caminábamos por una plaza de grafitis y de pájaros. Ella me decía que los graznidos eran llamados de tinta y que debíamos mantener el aleteo.
Cuando nos despedimos, un temblor secundó mi pupila. Dijo que tenía gustos de moda y rió al confesar que le gustaba "El otro yo". Entonces, la miré impávida y comencé a reír pensando que Los Sonetos de la Muerte eran parte de mi endometrio.
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