Entonces tuve que inventarte un nombre porque el tuyo no te gustaba y llamarte así presa de la extranjería de tu carne el garbo de tus palabras el roce de las vocales decirte sí extrañarte en la mirada de la escritura sorberte en el manoseo de tus vocablos y cuando te tuve herida en mis fracturas te abandoné como quien abandona una hebra tejida por bautismos malditos precarios y extraños.
1 comentario:
me parece haber leído algo similar antes... o no? o sucede que todo es diferente y tan cotidiano a la vez que las voces traspasan la literatura?
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