Los niños gritan escandalizados
delirio en la mixtura de sus cuerpos
tan famélicos nocturnos disociados
afilados como los hocicos de los perros.
Los niños vociferan
que desean ladrar
y caminar a horcajadas sobre el primer exilio.
Esta levedad
los hace vulnerables
ante los terrores nocturnos
y las madres les gritan que no,
que basta, que bueno
tirándoles el pelo
antes de jugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario