Se reescribe con un trozo de desconocimiento, dependiendo del complejo del tiempo y del resto de lecturas que hayan subvertido a la pupila. Porque el ojo reverdece el influjo de aquellas voces quebradas o enteras advenidas con la segunda aproximación, incertera como las narraciones siguientes; todas animadas por un afán escurridizo de hacerse fluídas y filudas al tacto. Porque sin querer las letras se desparraman encima de los cuerpos, y cada vez tildan estrofas de pliegues inexplorados.
2 comentarios:
O soñar después del delirio atendiendo al último signo de un jeroglífico descifrado por los dedos, definitivamente fragmentados, inmutables a lo simple que se soporta en los brazos como códices del tiempo o de las nubes rojas y ciegas de lirismo.
(atender
toda señal
como un dedo que bordea
riachuelos extraviados
sobre un mapa)
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