domingo, 5 de septiembre de 2010

Fluvial


Que me abraces Que despertemos Que tu lengua Que mis dientes Que tu pelo Que mi cuello Que los aromas Que los hallazgos Que la abertura

(Pensé que estabas menstruando y encendí un fósforo para mecerte)

Que tu cosmos Que mi agujero Que las horas Que la tentación Que los hombres solos Que los anfibios Que el hambre Que las frutas Que las escaleras Que Frida Que los nombres Que los bordes Que la ingle Que el placebo Que los símbolos de fascinación astral.

Agradezco las formas en que la orfandad complementa tu mordida. Como una bestia de las noches laceradas. Después de la batalla vienes a coserme la virginidad. Yo no supe de este abismo pero las palabras me condujeron a tu orilla. Entonces mordí tu pezón y asomaron cuatro gotitas de leche. En ti se congregan todas las mujeres de mi biografía. Tu ropa se convirtió en una catástrofe bajo la cama. Yo accedí al verbo después de regalarte mi primera habla. Entonces me dijiste que carecías de sentido común y que tus acercamientos eran simples y salvajes.

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