martes, 28 de septiembre de 2010

Paria


El clandestinaje de mis marcas
La aceleración en la conquista de los cuerpos
Me tendieron una trampa hacia la indecencia.

Entonces el vello púbico me creció
como parte de tu lamento
y me dijiste que no valía la pena
llorar por la imposibilidad de lo heroico.

Yo me cosí todos tus nombres en los labios
y huí para no perderte
en esta frontera que se me difuminaba sobre los párpados.

Por eso ahora
mi boca está congelada.
Ya no sé de banderas ni escudos ni himnos nacionales
porque esto que me sucede en el cuerpo
surgió como preámbulo a tus iniciaciones macabras.

De tanto decirte
De tanto esconderme en la carne de tu rechazo
abrí la boca y expulsé el feto.
No era para ti ese colgajo de tripas
sino para los vándalos que acababan de apuñalarme.
Esos hijos tuyos bebieron de mí
todo lo que estaba dispuesto para tu mesa.

Por eso
aún en la víspera me atrevo a pedirte
que me dejes entrar
en la hebra puntiaguda
que te sobresale del nombre
y rogarte que me abras un espacio entre las piernas
encerrarme en tu cordillera
y escribir inmersa
en la arrogancia de tu imposible.

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