lunes, 13 de febrero de 2012

17 agosto 2011

Mi llanto desesperado por la calle de los bomberos. El agua traspasándome el impermeable. La señora que me ofreció un café. El peligro. La lluvia. El vapor. El sonido de los autos amortiguando mi sollozo. El recuerdo. La hendidura. La dualidad. Y finalmente esa corazonada que me llevó donde lo encontré. Mojado, sin collar y rodeado de perros negros que le gruñían. "¡Saturno!"... Sus ojitos de uva. El abrazo que le di y que nos dejó a ambos con aroma a perrito mojado.

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