lunes, 27 de abril de 2009

Entre la somatización vital y la fragilidad del concepto


La palpitación de los conceptos y su depósito en la geografía comunicativa de los cuerpos; territorios políticos de conflicto, dominación y roce.

Engranar requiere no sólo una convención mutua, sino también una empería desarrollada a partir de hechos conectados con el funcionamiento del cordis.

Recordar justamente hilvanando en la memoria grafemas y sucesos que subyugan la particularidad a un modo vibratorio, una complicidad rehecha a partir del diálogo, pero también de un silencio a ratos engañoso y equívoco. Ahí radica la clave de su (hermoso) salvajismo.

La excusa para el fracaso estará entonces amoldada en los patrones subjetivos con que cada uno percibe la realidad, o la fragmentación que de ella realiza; pues aún con mucho esfuerzo no lograríamos aunar lo que cada concepto remite en la psiquis en tanto pluralismo diurno y onírico.

El advenimiento de la comunicación digital frente a la ruptura del modo comunicativo ordinario, nos plantea una nueva personalidad aparejada al analfabetismo, la dependencia y castración del encuentro físico que hasta ahora considerábamos “normal”.

La desterritorialización, la aparente superación de las fronteras físicas y la especulación respecto a esta red imponen una nueva limitante orientada a las formas de concebir un lugar donde cifrar nuestras esperanzas.

Si en un comienzo, la manifestación semántica tuvo su apogeo sobre muros de piedra, su mutación dio origen a la necesidad de una oralidad transmitida de generación en generación; estableciendo los límites de lo masculino y lo femenino como un espacio de diferencia entre lo público y lo privado.

Hoy en día, bajo el yugo de un sistema económico, el legado parece nacer de la descomposición del cuerpo en tanto máquina, instrumento de ensamble, pieza comunicante cuyo feedback se establece respecto al funcionamiento de las ideologías hegemónicas. Bajo estos parámetros, y citando a Foucault, cualquier enfermedad o negación será interpretada como un elemento patógeno que no sólo coarta el normal desplazamiento de la información, sino que aliena a sus manifestantes, negándoles el papel “enriquecedor” dentro del proceso productivo. Aquéllo, junto al mestizaje avalado por la simultaneidad de imágenes/rechazos/pactos/estrofas, nos encaminará hacia una conciencia del futuro en tanto respuesta a un presente fallido.

Las aspiraciones del pasado se yerguen como superación de toda traba posterior. En este punto, los conceptos “fracaso”, “atraso”, “lentitud” son mermados por la rapidez con que los hombres/máquinas sucumben a los requerimientos del progreso. Todo es instantáneo, todo genera un movimiento centrífugo que atrapa, cautiva, genera ecos y repercusiones a nivel macro del comportamiento global.

El secreto de las formas queda supeditado a un análisis superficial. La afirmación del ser en tanto intemperie y silencio representará una nueva mirada tendiente a humanizar los procesos histórico/demográficos. Mientras no seamos capaces de ejercer la libertad en tanto definición personal, difícilmente dirigiremos la mirada más allá de un respaldo social paternalista y represivo.

La mediatización de estos conceptos legitimados por los poderes de facto ha suplido la carencia de una denominación propia en tanto humanos temerosos de rechazo. Existe una vulnerabilidad de la atmósfera que los cuerpos niegan, incrementando sus niveles de productividad y exigencia.

Por iluso que parezca, el tema de la generosidad atrae cofradías dispuestas a erigirse dentro de soportes artísticos que contribuyan a la valoración del pasado y el mantenimiento de una tradición cuyos referentes todavía portan la voz de otra colectividad. Lo creativo faculta entonces al estremecimiento de un pulmón contrario a las fabricaciones en serie. Esta latencia y el silencio de un cuerpo bifurcado han sido el arma con que la disidencia nos cautiva, contándonos al oído que todo lienzo, que toda página en blanco se alza como una nueva posibilidad.

El imperialismo, el deseo por blanquearnos, la ausencia del padre, la negación de la madre y la amnesia respecto a un origen que avergüenza, se manifiestan como características aprovechadas por el poder para instaurar sus medios de persuasión. En ese sentido, los Mass Media disparan sus dardos instalando nociones sobre exitismo, “cultura” y belleza que difícilmente lograrán reconciliar los polos. Es la masa adormecida que obedece conforme los mandatos del establishment.

Dando cabida al gesto, a la manifestación poética cotidiana y al reencuentro con la infancia después de todos sus exilios, estaremos en condiciones de afirmar y negar todo cuando hemos plasmado en un sitial absoluto. La musicalidad de los procesos vitales está regida por la posibilidad de un encuentro múltiple, en donde la comunicación lineal cede paso a una interacción donde los miembros no sólo se nutren a sí mismos, sino que indagan en las cicatrices, las fronteras, las humedades del otro, como si lo descubrieran por primera y última vez.


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www.ysinembargo.com/uebi/2008/11/25/entre-la-somatizacion-vital-y-la-fragilidad-del-concepto-carolina-vega-ramirez-yse-18


* Texto publicado en Y sin embargo Magazine #18.
Agradezco especialmente a Fernando Prats por haberme invitado a formar parte de ese número.

2 comentarios:

felipe smides dijo...

el texto muestra una Carolina Vega decidida y clara respecto a lo que enfrentamos en el torbellino de vivir. Alcanzaste con este analisis un nivel elevado de conciencia y compartirlo es muy valioso, de verdad te agradezco.
Esa anarquía poética es amar las ondulaciones que serpentean luminiscentes en la bruma de estos tiempos...
Me transportó a experimentos mentales que realizo a veces,
produjo en mí un brainstorming espontáneo pero silencioso, dentro de mi cuerpo...Siento que no estamos equivocados, siento que al fín la desesperación de un mañana algo incierto no es algo pesado ni cruel, en el múltiple entorno de realidades que se mezclan al encontrarnos en las líneas de las manos y en lo intangible del deseo, en la buena voluntad,
la casualidad quizás, la naturaleza de dar.

Me muerdo los labios,
para llegar a tu mejilla de fé,
sacarla a pasear entre rincones de tu pelo, no mirar nada y solo sentir, hablar a tu oido
besar tu sencillez, hacer el amor a con la ternura y tu rabieta,
parcharnos y sanar; lo insensible,
lo dañino, creer en nuestro abrazo y en la arena, esa orilla tibia no es indiferencia, oh sí también nuestro temor y sorpresa, es la bella diferencia, que nos sembró el corazón.

La paciente nº 24 dijo...

¡¡¡Bravísima!!!