lunes, 20 de abril de 2009

Llorar como antelación de los retazos

Felipe me pregunta por qué no dibujo mientras escribo; por qué las páginas se me llenan de dobleces imaginarios en vez de dejarse ser a través de formas que complementen la histeria de los sinónimos. Cuando me conecto con un texto, él traza líneas y pezones violetas y yo lo miro tan sobrecogida por su pelo y nuestra música, que quisiera meterme dentro suyo y nacerlo desde mis aberturas. // Amo saber que tiene un gato, y que cuando lo acaricia, el felino ronronea y se curva entre sus manos. // A Felipe todavía no le cuento de mi madre. Quizás aún no sea tiempo de ponernos suficientemente tristes. Él y yo a veces lloramos por el mundo. El mundo nos queda grande y por eso nos abrazamos y sonreímos y nos decimos "carita de monstruo", comiendo pastelitos con manjar. // Odio pensar en cosas penosas cuando estamos juntos. Entonces, escondo peces entre su pelo y él me confiesa sus aventuras alegres, también llorando. Me dice que sin embargo los perros están bien y que el otoño lo marea positivamente. Antes de conocerlo, le conté que me daba tristeza todo, y contestó sonriendo "ahora seremos dos", navegando en lagrimitas de sal dentro de una cáscara partida por la mitad. // Es todo tan hermosamente triste, que preferimos besarnos y mordernos mutuamente los labios; y yo de pronto le digo que no dibujo mientras escribo, porque los duendes me esconden los lápices. // Entonces, mi cuerpo se diluye por la virginidad, por los atardeceres, por la rapidez de la traslación. Yo no sé si Felipe sabe cuánto echo de menos ciertas cosas; y que de noche sueño con ellas y con él; y no sé qué es peor: si recordarlos o su ausencia. // La noche tiene la culpa. La noche y la amenaza de caernos debajo del mar; dibujados por el contagio, por la patria, por las marcas de la ropa encimita de la piel y un tatuaje como flecha en el corazón. Porque el amor también me pone triste, y la circularidad que siempre señala un fin. // Lloro profundamente al darme cuenta de que no estoy inspirada y eso me tienta a escribir, mientras Felipe me dibuja elefantes violetas al borde de la hoja. // Yo sonrío y pienso que no debo contarle de mi madre aún, porque todavía estamos pequeños para sobrevivir a ciertas cosas.

2 comentarios:

felipe smides dijo...

...más que preguntas o respuestas,
quizas sea un caminito que nos espera de la mano, justo cuando vuelvo a llorar de alegría al conocer una mujer única, sensible como los colores al amar...

La Ondita dijo...

Que lindo, que melancólico y sabes yo tb me he sentido asi ante la vida sola con mi gato hasta que nos de la cuerda, el aguante el amor o lo que sea que nos empuje. Que lindo fue leerlo gracias...de veras