martes, 1 de marzo de 2011


Ataviada con el ribete de los días. El sueño sucede como un buen augurio. Pedacitos de aquí y allá me recortan la figura. Y siento. Mastico la profundidad de estos cuerpos que me nacen para habitarme. Estaba en llamas cuando me acosté y el fuego se me involucra en la pelvis. Bajo a buscarle los atributos al agua. Tu belleza es bestial. Hundo los dedos en tus carnes más húmedas y descubro que no basta con persignarse todos los días.

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