domingo, 15 de marzo de 2009

El agua nacarada incita al roce a fuego

(Fragmento)


Cuando los gatos se lengüetean las patas, ese tibio cosquilleo hace tiritar involuntariamente los párpados, porque si de vez en cuando las pupilas se dilatan, se cierra gran parte de la intemperie que cubre las sombras danzantes entre una esquina y otra de los corazones penetrados por un celofán. No obstante, los felpudos felinos no han visto a los peces de colores cuyas branquias se cierran para no ahogarse en ese mar dorado que es la sangre; y resbalan entre ellos y luchan escama contra escama superponiéndose secreta asperidad -si es que la palabra existe- como el roce y la fisura carcomida en el nadar.

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