miércoles, 25 de marzo de 2009

El amor a la enfermedad

El cuerpo deseado por el romanticismo es aquel que se hunde en un derrumbe plácido, que se sumerge en un ocio obligatorio para abrir todo el campo a los más letales sentimientos amorosos. Cuerpos sólo pensantes, deseantes, improductivos para todo otro hacer como no sea la escena única de su desgarro corporal, de su conversión ascendente y mística en el amor. Cuerpos de ocio, planicies sociales, toda una fragilidad apresurada donada para el diseño de una estética que se funda en el desmayo, en la blancura facial recortada contra la oscuridad de la noche. El romanticismo se presenta como la gran aventura de la pérdida masiva y, en medio de la pérdida, el triunfo del sanatorio que captura uno a uno los cuerpos románticos para exponerlos al sol y resarcir allí a los pulmones congelados, impedidos de ejecutar el menor esfuerzo.


(Diamela Eltit. El infarto del alma)

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