En mi sueño, subía Machu Picchu
con un vestido muy leve.
Había sol y corría un viento hermoso.
Yo llevaba un género rectangular entre las piernas.
Era rojo, y se alargaba varios metros más atrás;
de modo que acariciaba los peldaños
a medida que avanzaba(mos).
Llegando a lo más alto
extendía los brazos.
El viento agitaba mi pelo
y comenzaba a ejercer aún más presión
en el género rojo que salía entre mis piernas.
Entonces yo sonreía
sabiendo que este hijo
jamás iba a nacer.
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