Te escribo:
Nunca hube de encontrar una sola palabra que te retuviera. Mi espalda es la que me infama todo el tiempo. Mi mano me obedeció con brusquedad, mis ojos se nublaron con sólo contemplarte. El barrio se hizo tosco cuando recibió tus pasos. Una pálida vidente me dijo que el abandono regía el simulacro de mis días.
(Diamela Eltit)
No hay comentarios:
Publicar un comentario