martes, 17 de marzo de 2009

Cínife verdoso

¿Qué se esconde tras la frontera invisible que bordea a los cuerpos?
Hay en nuestras curvas una instancia donde la platina se desborda, y dejamos de ser personajes acuáticos para hundirnos en la carne, con un aroma a insumisión.
Ese instante lo llamo "preludio", y anochecemos en la manera de cepillarnos cada órbita; el bosquejo tibio; esa astucia de mirarnos sucumbiendo a las tentaciones que nos cercaron.
El resto no podría escribirlo aquí, sino en los cuerpos; mezclando el placer de adivinar las gamas que nos extravían.
Entonces, las cuatro letras que nos constituyen son globitos de saliva que mantienen nuestras aletas flotando, acariciándonos levemente esta promesa de tácito aliento.

1 comentario:

La paciente nº 24 dijo...

El exordio de la piel, la primicia deleitable que se desplaza en dedos dóciles. El rubor de la tarde como el roce de los cuerpos, más allá de sus filos. Cabellos del tiempo que se elevan cuando nada sopla; un suspiro. La pasión sin antorchas, antes que el fuego y el agua se fusionen en movimientos.

Maravilloso.